domingo, 1 de noviembre de 2015

Las caras de Belmez fuman Marlboro.

No puedo evitarlo, cada vez que encuentro un nuevo documental sobre el universo o veo una noticia relacionada con astronomía me detengo a ver que me cuentan. De ahí que cuando hace unos días, a primeros del mes de Octubre salió la noticia de un asteroide no identificado hasta entonces, que nos visitaría la noche de Halloween comencé a seguirle el rastro a esta información.

Booooooooo!
Cual fue mi placentera sorpresa cuando hace un par de días, cuando ya se pudo observar directamente, que "La Gran Calabaza" que así lo llamaron coloquialmente TENÍA FORMA DE CALAVERA.
Oh dios mío, vamos a morir todos, avisad a Iker Jimenez que esto necesita 2 horas de televisión. (Por cierto, merecido premio Ondas, fan suyo desde su tiempo en la radio.)
Lo volvimos a hacer, volvimos a ver todos una cara en un sitio que no tiene por que haberla... ¿pero lo vemos todos, verdad? si así sucede es porquenuestro cerebro está preparado para hacerlo y este efecto tiene nombre propio, pareidolia.




"¿Que es esto de la pareidolia?" se preguntarán algunos, pues tratemos de explicarlo.
La pareidolia es un fenómeno donde un estímulo vago e incompleto es percibido como una imagen reconocible por efecto de la memoria.
Ese grifo de ducha ha visto cosas...
En el caso de las caras, que tantos sobresaltos nos da, puede haberse tratado de una herramienta evolutiva, que nos permitiera en su momento reconocer a los de nuestra especie rápidamente, por ejemplo cuando viéramos su rostro levemente entre la maleza.
Sin embargo, y aunque a día de hoy no nos resulte necesario en el día a día, nuestros cerebros siguen programados para identificar caras en cualquier sitio, grifos, frontales de coches, edificios o las manidas caras de Belmez que tantas horas le han dedicado en 4º milenio.

Sin embargo, caras no es lo único que somos capaces de identificar, y eso lo saben bien los marketeros y publicistas más metidos en el mundo del neuromarketing, esa rama que trata influenciar nuestra conducta de consumo por medio de estímulos parciales no siempre apreciables a primera vista.
Oh Ferrari, que chistoso.
Y que mejor que imágenes incompletas para ello, debió pensar por ejemplo la agencia que lleva toda la comunicación publicitaria de Marlboro, cuando por arte de magia hizo aparecer un código de barras en la aleta del Ferrari, en la equipación, y prácticamente en cualquier sitio donde estuviera la marca italiana de Fórmula 1.
La publicidad de bebidas alcohólicas y tabaco como sabemos no está permitida en competiciones deportivas, como es el caso de la Fórmula 1, por lo que Marlboro no debería poder anunciarse ahí.
Ferrari recibió agrias críticas por la inclusión de este "misterioso" elemento en su indumentaria y coche, aunque nunca se pudiera probar que la marca de cigarrillos estuviera detrás.

El de Ferrari y Marlboro es solo un ejemplo de los más conocidos y que más criticado fue en su día, sin embargo esa capacidad para reconocer formas familiares puede ser, y es, explotada por los publicistas a la hora de intentar introducir ideas en sus mensajes, aunque también podemos usarla para asustar a confiados transeúntes en fechas como Halloween.
¡La bolsa o la vida!


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